Los project managers siempre han valorado positivamente aquellas herramientas que les ahorraban tiempo y les ayudaban a ser mejores profesionales. Desde las típicas plantillas para iniciar un proyecto, hacer seguimientos, gestionar riesgos, solicitar cambios, etc., hasta herramientas más sofisticadas para proyectar la capacidad de los recursos, simular escenarios de fechas y costes, calcular la probabilidad de terminar a tiempo y por debajo del presupuesto, etc., siempre se ha asumido que los buenos profesionales incorporaban este tipo de hard-skills. Por ejemplo, en muchas entrevistas de trabajo, se preguntaba sobre el dominio de Microsoft Project, y no era bien visto el candidato que usaba Excel para programar y controlar las fechas.
El trabajo actual en proyectos ha cambiado. Los requisitos no suelen estar claros y el alcance hay que elaborarlo progresivamente con los interesados. No es tan importante controlar los cambios, el tiempo y el coste, como entregar el valor y cumplir los objetivos del negocio. Los jefes necesitan tomar decisiones informadas en tiempo real, anticipándose mientras todavía hay opciones para corregir el desempeño, pero no tienen tiempo para leer documentos extensos sobre decenas o incluso centenares de proyectos en ejecución. No es eficaz centralizar la gestión en una persona: la gestión ha de ser colaborativa porque las soluciones suelen llegar del interesado más inadvertido.
En la actualidad, los project managers aumentan su productividad mediante el uso de herramientas para ser más efectivos en tres ámbitos: el personal, el del equipo y el de la organización. A medida que subimos desde el entorno personal al organizativo, van siendo menos importantes las habilidades duras, y más importantes las habilidades de comunicación, interpersonales, o blandas, también denominadas soft-skills, o power skills. En esta sociedad digital hiperconectada, todas estas habilidades, ya sean duras o blandas, se potencian con la tecnología. Aplicar la tecnología en los proyectos es cada día más importante. Los project managers no seremos sustituidos por la inteligencia artificial, pero el project manager que domine las herramientas sustituirá a quien no las domine.
Si eres project manager profesional, no te sustituirá una IA, pero es probable que te sustituya otro profesional que domine la tecnología mejor que tú.
El pasado mes de marzo, Microsoft presentó 365 Copilot, la nueva versión de Microsoft Office sobre GPT-4, con la promesa de que revolucionará el trabajo del conocimiento. Podremos pedirle a Word que redacte un documento, a PowerPoint que prepare una presentación, a Excel que analice unas cifras, a Outlook que responda correos, a Teams que resuma las decisiones tomadas en la reunión, etc., teniendo en cuenta el contexto del trabajador concreto dentro de la organización, las políticas corporativas, la confidencialidad de la información, etc.
En la economía de proyectos, las organizaciones se están «proyectizando». Cada día hay más proyectos en los que las decisiones han de tomarse rápidamente, a partir de la involucración descentralizada de un gran número de personas que participan activamente, generando, compartiendo o accediendo a mucha información, desde cualquier dispositivo, en cualquier lugar, en cualquier momento. Podemos prever que asistiremos a una especie de socialización de la gestión de proyectos, y a la consiguiente proliferación de enormes cantidades de datos en la nube relacionados con los proyectos, llegando a los niveles requeridos por la IA.
¿Cómo trabajarán los equipos de proyectos en un mundo con IA? Soñar es gratis. Imaginemos…